A escasos días de las elecciones generales, hablamos con José Rivas Fontán sobre la nueva situación política que está viviendo el país
Lleva más de 10 años alejado de la política y de la vida pública, aunque tiempo atrás esto no era ni parecido. Sus comienzos fueron en el ámbito de la educación como maestro, aunque rápidamente se inició en el mundo de la política. Pero el ya mítico ex-alcalde de la ciudad del Lérez durante tres legislaturas, comenzó su andadura política años antes.
En 1977 fue elegido Diputado en las Cortes Generales, formando parte de la candidatura de UCD en las Cortes Constituyentes y figurando como abolicionista de la pena de muerte en la elaboración de la Constitución de 1978. Tras dejar la alcaldía de Pontevedra volvió a las Cortes dónde fue miembro de las comisiones de Educación, Administraciones Públicas, Infraestructuras y Defensa y formó parte también de la Comisión de Seguridad de la Asamblea Parlamentaria de la OTAN.
José Rivas Fontán con la medalla al Mérito Constitucional al cuello.
Me recibe en el despacho de su casa, un despacho en el que cada trozo de pared cuenta una historia. Nos encontramos rodeados de cientos de libros a lo largo y ancho de las cuatro paredes. Casi en el centro, una mesa solemne y robusta con sillas a ambos lados, imagino a muchos antes sentados dónde yo, mirando con desconcierto, curiosidad y admiración cada recoveco. Le tengo en frente de mi y a su izquierda una gran vitrina en la que medallas se mezclan con más de una veintena de galardones llegados desde Venezuela, Arabia Saudí o Grecia y un bastón de mando que las preside. A su derecha, una fotografía con Adolfo Suárez a la que hace referencia en diversas ocasiones y a la que me atrevería a llamar la joya de la corona. Y tras de mi, una foto del monarca Juan Carlos I con dedicatoria.
Reparo de nuevo en todos esos detalles, pues tan pronto haber entrado en la estancia Pepe Rivas, quien quiere que le trate de tú desde el primer momento, se encarga de enseñarme y explicarme cada rincón de esa habitación de la que se siente sin lugar a dudas orgulloso. Hay toda una vida tras ella. Habla con especial cariño de un retrato de su abuelo, el último alcalde de Xeve, hace más de medio siglo. También saca más de diez ediciones diferentes de la Constitución Española sobre la mesa, por si desconocía u olvidaba en algún momento que había sido partícipe en su elaboración.
Desde una chistosa versión de a penas 3 centímetros o una en forma de polvera hasta una majestuosa copia de la original, en la que rápidamente llegamos a su firma, la cual observa con honra. Sabe que ha pertenecido a un momento histórico en la historia de España, pero ni la arrogancia ni la pedantería le llegan a rozar un solo momento. Me enseña también casi medio centenar de fotografías con otros hombres de nuestra historia y echo en falta alguna figura femenina. Suárez aparece continuamente, pero también otros como Felipe González, Trillo, Terradellas, Fraga, el rey Juan Carlos, Antonio Rosón, el primer gobierno de la Xunta de Galicia al completo… En esos instantes supe que estaría en aquel despacho más de lo preconcebido.
Firma de José Rivas Fontán en la Constitución de 1978
Vuelvo a tomar asiento, ahora de manera definitiva y me acomodo, nos acomodamos y comenzamos a charlar. No soy la única que toma notas. Él también lo hace. Y dibuja y hace pequeños esquemas que posteriormente tacha o vuelve a subrayar en una libreta en repetidas ocasiones, a lo largo de la hora y media que pasamos en compañía.
La transición fue el cambio de un régimen. Veníamos de una dictadura en la que las Cortes eran una asamblea de procuradores dónde realmente iban a aplaudir. No eran de elección directa, condición fundamental para que exista un régimen democrático y en ese momento el salto importante fue el cambio de un régimen. De una dictadura a una democracia. Un paso históricamente gigante, que se dio afortunadamente bien porque había muchas heridas abiertas en la España de entonces.
Había la gente que quería resarcirse, vengarse y la gente que quería pasar un tupido velo y decir, aquí no ha pasado nada, este cambio de régimen es una cosa totalmente normal. Pues no. Era muy difícil esa transición porque se partía de vencidos y vencedores y eso se resolvió porque tuvimos una persona providencial en la historia de España, Adolfo Suárez, una figura que venía realmente del franquismo pero que fue capaz de prescindir de su propia ideología y entregarse a la causa de convertir España en una democracia sin vencedores ni vencidos.
Suárez y otros que con él formamos la UCD, éramos partidarios de una transición pacífica, porque la historia reciente nos parecía muy lamentable, y lo que queríamos era que nuestros hijos no vivieran una España como la que habíamos vivido. Una España de secretos, de ocultismos, de vencedores, dónde se descalificaba a la gente por la forma de pensar, donde existían movimientos fascistas como la propia falange.
En ese momento Suárez buscó a aquellas gentes que estaban por una razón o por otra escondidas de la vida social, incluso lejos del propio país como Carrillo o Terradellas, y se hizo un esfuerzo desde posiciones personales muy sacrificadas por conjugarse todos en un proyecto común que fue la constitución Española. (Dice mientras acaricia ese gran ejemplar de la Constitución que preside la mesa).
Entonces esto no es comparable a ningún momento histórico vivido por España. Ni al actual ni a ninguno, porque las historias de España con las constituciones fueron siempre constituciones de vencedores y de vencidos, o muy liberales o muy ultraizquierdosas. Pero en la transición aparece la primera Constitución dónde nos encontramos un proyecto común de los españoles. Por eso mismo no me parecen momentos comparables, ahora mismo si que estamos viviendo una nueva época de cambios, necesarios, porque esta Constitución estaba adaptada a un momento histórico determinado e irrepetible que no es este. Estamos viviendo una democracia desde el año 1978, ¿Y qué sucede? Que hay una serie de preceptos en la Constitución que en aquel momento eran plenamente vigentes, pero que ahora hay que revisar de una manera profunda por una serie de carencias que tuvo nuestra Constitución.
Yo creo que hay, y lo digo con una expresión un poco simple, una asignatura pendiente y es que de la España franquista, de la España derrotada hay muchos descendientes a los que le mataron a sus padres, primos, hermanos, hoy casi ya más abuelos… Y esa gente fue asesinada de la manera más vil que te puedas imaginar. Simplemente por ideología o por antipatías personales. Entonces hubo una cantidad enorme de crímenes, no crímenes de guerra, crímenes de humanidad.
Hubo una España de los vencedores y una España de los vencidos. A la España de los vencedores se le reconoció todo: pensiones, ejército, educaron a sus hijos en hogares especiales… Y la España de los vencidos quedó proscrita, ya no es que quedase proscrita históricamente, quedó humanamente proscrita porque hubo muchas personas asesinadas en las cunetas, a las que dieron una muerte indigna y sus familiares tuvieron que ocultar sus muertos porque no podían decir siquiera que eran parientes de ellos.
Por poner un ejemplo, el título octavo de esta Constitución, que es el de las autonomías se redactó de una forma muy genérica y no se llegó al fondo del asunto. La descentralización de España fue una descentralización a tirones. A lo que se llama las competencias, que en un principio eran todas del estado, se fueron descentralizando en las autonomías y ayuntamientos y ahí hay una serie de mecanismos que no funcionan bien.
-
¿Se le dió más libre albedrío, por así decirlo, a las Naciones Históricas, como Galicia, País vasco o Cataluña?
El País Vasco había tenido un gobierno muy poquito tiempo, Cataluña tuvo un gobierno, tuvo la Generalitat presidida por Camboy y que estaba funcionando, y Galicia no llegó a tener autonomía porque cuando se aprobó el Estatuto de Galicia en junio de 1936 estalló la Guerra Civil. Entonces en ese momento en el que se plantea en la Constitución, fue un tema muy discutido. Muy discutido el problema de devolver las autonomías, sin embargo, ahí fue también dónde todo el mundo estuvo de acuerdo en que las autonomías históricas eran Cataluña, Galicia y Pais Vasco.
Sí, había un Ministro de Administraciones Territoriales, Clavero Arévalo, andaluz. Pero en aquel momento había una resistencia a meter más. Otros no querían ni estas, entonces se dejó ese famoso título abierto y se añadió el artículo de que aquellos que se quisieran incorporar a lo que se llamaban Naciones Históricas tenían que someterlo a un referéndum. El gobierno central en aquellos momentos era contrario a que Andalucía entrara y eso le pareció muy mal a los andaluces, por lo que al someterlo a referéndum ganaron los andaluces y se consideró histórica también a Andalucía.
Esto se vio también reproducido en estos últimos años con el tema del Estatuto Catalán. Se hizo un estatuto y se dijo que sería el Estatuto Último pero el gobierno del PP lo impugnó en el Tribunal Constitucional y a los catalanes les pareció muy mal también y quizá sea una de las causas por las que hay una gran parte del pueblo catalán que está radicalizado en favor de la independencia.
¿Yo, un Pepe Rivas de aquí de Xeve, ser un parlamentario? Un miembro del parlamento español donde puedes hablar libremente…
Me resultó casi increíble, es decir, yo procedía del mundo de la educación, yo estaba en la inspección de educación, entonces un grupo como yo de maestros y licenciados creamos un movimiento educativo importantísimo en España que nació en Pontevedra. Se llamó Movimiento de Maestros. Nosotros empezamos a contestar a un régimen de Franco, empezamos a contestar al sistema. Porque la única afiliación que se permitía, era la afiliación sindical de sindicatos verticales.
Entonces nosotros llegamos a cuestionar, con un atrevimiento increíble, que la representatividad del sistema no funcionaba, porque era un sistema de abajo a arriba, y la esencia de un representante es representar a los que le eligen y no a quien lo pone. Porque si tú le debes el cargo a quien te pone y no a quien te elige, entonces ya sabes a quien sirves… al señor.
Con ese movimiento tuve mucha relación. Fuimos unos rebeldes, pero unos rebeldes sin servir a ningún partido político. A los gobernantes de entonces no les caíamos bien pero tampoco nos podían acusar de pertenecer ni a un partido político ni a ningún sindicato clandestino. Eramos profesionales que defendíamos a los profesionales. Sin vinculación y sin ser correa de transmisión de ningún partido.
Con eso y en el año 77 cuando estaban a punto de celebrarse las primeras elecciones en el mes de junio mi sorpresa fue que me viene a ver un representante de Adolfo Suárez y me dice, Rivas queremos contar contigo para ir en las listas al Congreso de los Diputados que va a haber elecciones en unos meses. Y yo decía ¿Al congreso de los diputados? Ser uno de los representantes del pueblo.. ¿Yo, un Pepe Rivas de aquí de Xeve, ser un parlamentario? Un miembro del parlamento español donde puedes hablar libremente… Yo llegué a casa y se lo dije a mi mujer y dije es que no me creo esto, no me lo creo. Es decir, no eres capaz de saber, que era aquello en aquel momento. Ni podías saber, yo que iba de numero tres en la lista, cuántos iban a salir diputados, porque no se sabía, si salían dos de una lista o salían diez.
A mi en aquel momento me vino a buscar Sancho Rof, que luego fue ministro varias veces, y yo tenía un sentido de lo gallego… yo era por decirlo así, galeguista, yo creía que Galicia tenía que tener su personalidad política, que había que reconocérsela. Y para eso había que hacer el estatuto… Entonces yo en ese momento encontré una persona que resultó ser una persona extraordinaria, Víctor Moro.
Sancho Rof nos reunió en un restaurante de Arcade y conocí allí a Victor, entonces él me dijo: Pepe, nosotros vamos a representar al viejo estilo de la República, vamos a ser representantes del pueblo y de Galicia, y tenemos que sacar adelante el Estatuto de Galicia. Así es como yo entré y salí diputado, era muy joven, tenía 35 años, tuve la suerte de que me eligieran representante de Galicia en la UCD y también representante de UCD en el Comité Ejecutivo Nacional con Adolfo Suarez, entonces llegué a tener una relación muy directa con él y bueno a partir de ahí empezamos con el tema del Estatuto, la primera gran tarea para esa nación histórica que es Galicia.
Fui además el primer Secretario General de la Xunta de Galicia en el año 78. Y ahí empezamos, yo redacté el primer Boletín Oficial, redacté y formé la bandera de Galicia, lo que era el escudo, lo que fueron las estructuras de la Xunta. Todo ello salió de mí. Y así empezó mi camino en la vida política. No teníamos una Xunta como la de ahora, no teníamos ni locales, nos prestaron dos habitaciones en el ayuntamiento de Santiago.
Nosotros lo que hicimos fue reunir a mucha gente importante, y de la gente importante con la que tratamos, tratamos con el último galleguista de la época de Castelao, compañero suyo, Ramón Piñeiro. Pues Ramón Piñeiro tenía la famosa mesa camilla en Santiago, y era una mesa camilla así tal cual. Estuve con Antonio Rosón muchas tardes hablando con Piñeiro del futuro de Galicia.
Nosotros eramos dentro de UCD, la rama más galleguista. Entonces yo asistí a lo que fue traer los restos de Castelao a Galicia, y en aquella época lo que hice fue constituír la famosa Comisión de los 16, para redactar el Estatuto. Que fue una comisión totalmente abierta, no fue solo una comision de UCD. Ahora se dá mucho él si gano yo, lo hago yo. Pero no, Antonio y yo queríamos juntar a los buenos profesionales de Galicia, y creamos un abanico enorme. Si queríamos que el Estatuto tuviese éxito teníamos que abrir el abanico al máximo.
-
Antes hablabas de que no es comparable la Transición con este cambio político que estamos viviendo. Pero ¿No crees que es necesaria una regeneración politica? En tu momento perteneciste a la UCD, ese grupo que estaba siendo el motor del cambio político y social. Fuiste uno de esos políticos que creyó en la democracia y apostó por ella, pero ahora esa democracia se encuentra corrompida y hundida.
Yo creo que hay una diferencia muy grande, y te voy a poner otro ejemplo. La democracia la definió Abraham Lincoln: La democracia es el gobierno del pueblo, para el pueblo y con el pueblo. Pero el pueblo no son los partidos políticos, entonces, te voy a dar una clave importante. En aquel momento de la Constitución, los partidos políticos que estaban abolidos por el franquismo volvían a emerger y se trató de reforzarlos mucho. Es decir, Suárez tenía una frase que a mi me parecía fenomenal, él dijo: Hemos hecho la democracia para los partidos y ahora tenemos que hacer la democracia para los ciudadanos.
Porque la ley electoral aún vigente es una ley que prima mucho a los partidos y en la que practicamente no hay representación ciudadana. Y te voy a decir por qué. En el mes de noviembre en la Casa das Campás, alguien me hizo una pregunta de cómo estaba la democracia si seguía funcionando. Había muchos periodistas y yo dije: La esencia de un régimen democrático es la representación, la relación entre el representado y el representante, dónde representado acuda al representante con los problemas que tenga. Pero lo fundamental para poder acudir a tu representante es conocerlo, entonces continué, aquí sois gentes de la prensa, que estáis en los medios de comunicación todos los días, a ver si hay algún periodista y perdonadme el atrevimiento que sea capaz de decirme el nombre de los diputados que hay por Pontevedra. Ninguno. Casi ni yo lo sé.
Entonces, ¿qué está pasando cuando no conoces a tus representantes? Este régimen adolece de algo importante, y es que la ley electoral vigente, data de la época constitucional (dice mientras golpea de nuevo esa gran constitución). Hay que cambiar la ley electoral, ahora los partidos empiezan a proponer fórmulas, pero hay que empezar a votar a una persona sea de un partido y no sólo al partido.
Porque en las elecciones del 77, te voy a poner ejemplos, fuimos diputados: por Coruña, José María Suárez Núñez rector de la universidad de Santiago, José Luis Meilán catedrático de derecho administrativo, Piñeiro secretario del ayuntamiento de Ordes. Por Lugo, Antonio Rosón abogado de prestigio, Luis González ingeniero de agricultura, Candido Sánchez Castiñeira médico que fue delegado de sanidad. Por Ourense, Pio Cabanillas notario, Franqueira el empresario más grande que tuvo Galicia en los últimos años. Por Pontevedra, número uno Victor Moro licenciado en económicas y director del banco de España, número dos Jesús Sancho Rof catedrático de física óptica, número tres José Rivas Fontán maestro.
Tú compara esas personas con los que hay ahora en la representación de Galicia, son gente de partido que lo que hacen es estar ahí, como digo yo, moviendo sillas y con el tiempo los ponen para que sean obedientes. Entonces realmente no representan a nadie, representan a la cúspide porque van al congreso a hacer lo que les mandan, y ahí hay un punto de referencia dónde es imprescindible modificar la Constitución (vuelve a darle unos golpecitos).
Juan Carlos fue una figura también providencial, era un hombre joven, pero él realmente recibió la confianza de Franco. Pero también es cierto que su posición fue enmascarada aquí en medio de la Constitución, no se llegó a decir claramente república o monarquía. Ese es el otro gran problema que está en el aire. Pero es que ahora vivimos unas discusiones de periódico, en aquel momento se estaba hablando todos los días de golpe de Estado.
Yo presenté una enmienda a la Constitución, sólo dos la presentamos por escrito y fue contra la pena de muerte. Y aquel mismo día un ministro me dijo Rivas, escápate a Marruecos porque van a ir a por tí. La tensión que había era impresionante. Como anécdota, cuando fui alcalde aquí en Pontevedra, la primera procesión de Semana Santa a la que fui, en la que apagaban las luces allí por la Herrería y se apagaba todo, la procesión del silencio, iba todo orgulloso, joven, con mi bastón de mando, plum, plum, y grita un hombre en medio del silencio más absoluto ¡Rivas, traidor, habéis sacado a Dios de la Constitución!.
Hoy creo que hay separar claramente lo que es la Iglesia del Estado. Porque desgraciadamente todo esto que nos invade por ejemplo del mundo islamista está porque muchos países islámicos no separan la religión del poder político. Entonces ese mismo jefe espiritual es el mismo jefe político, y claro tú no puedes dirigir un país en base a una religión. Porque si una persona tiene el derecho de pensar políticamente libre, aún mas en el terreno religioso.
Lo primero es que el tema del Yihadismo hay que atajarlo rapidamente, a esa gente hay que pararla porque no les importa morir. ¿Como te defiendes de eso? Yo le oí un día a Adolfo Suárez, cuando le dijeron oye presidente mira que tu vas con poca escolta, mira que los de ETA pueden entrar y él dijo, yo a los de ETA no les tengo miedo porque matan pero no se arriesgan, ellos no quieren morir. El problema es si el que atenta es un loco al que no le importa la muerte, contra ellos no hay nada que hacer. Y es lo que está pasando ahora, por eso es tan importante llegar a la raíz del asunto y cortar todas y cada una de sus fuentes e ingresos económicos, porque sin dinero no son nada.
¿Como se le permite por ejemplo que equipos de fútbol como el Madrid o el Barça vistan camisetas que ponen Qatar o Emirates, sabiendo que una parte de la financiación del ISIS proviene de Arabia Saudí y de los Emiratos Árabes? Yo soy gobernante de España y prohíbo esto. Si es que sabemos que está saliendo de ahí el dinero, pero como el dinero parece que sirve, para todo que no hay más dios que el dinero… Pues no, el dios dinero hay que cortarlo.
La opinión pública varía. Es un arco dónde desde lo que es la extrema izquierda a lo ques es la extrema derecha, pues ahí se mueve el pueblo. Entonces podemos hablar de la intepretación de los resultados a través de la Campana de Gaus, que nos habla de la idelogía de un pueblo. En ella podemos ver que la mayor parte de las personas se sitúan en el centro, (dice mientras dibuja), con un ramalazo a la derecha y otro ramalazo a la izquierda. Y en todas las elecciones esta campana funciona como un péndulo.
Entonces determinados acontecimientos sociales pueden excitar un movimiento más brusco de ese péndulo. Y es innegable que el tema de los atentados, de la inmigración por asilo político pues afectan a la opinión pública, y si la gente ve que tal como están hay un peligro real, el pueblo, que es lo que le pasó a Francia este fin de semana, hace balanza más hacia la derecha. Pero sigo creyendo que son desplazamientos temporales, que si dentro de cuatro años la situación vuelve a la normalidad, el pueblo volverá a equilibrar esa balanza.
En España yo creo que ahora mismo estamos más hacia aquí, (dice mientras señala el lado izquierdo de esa campana). Emergen partidos como Ciudadanos, Podemos o las Mareas contra el PP, que es la derecha pura. Y luego ya está el PSOE que se encuentra con una indefinición importante.
Un país como este, en el que el gobierno rescató a los bancos, los bancos están jodiendo a la gente, llevan miles de pisos arrebatados, muchos de ellos pagados. El paro es atroz, porque cuatro millones de parados no son una broma, los jóvenes tienen que marcharse porque no encuentran trabajo, la corrupción es terrible. El dinero que se nos ha robado es terrible.
No entiendo cómo una persona puede decir que vota al PP. Yo no digo, que no votes a la derecha si quieres votar a la derecha, pero a Rajoy en estos momentos no se le puede votar. Porque es un individuo que ha llevado a España a donde está.
Yo pienso en ese hombre, (dice mientras señala la joya de la corona, esa fotografía con Suárez). Ese hombre, Adolfo Suárez, cuando llegó a la presidencia tenía, por un lado a Hassan II que quería invadir Ceuta y Melilla, los catalanes que estaban revueltos con el tema de su autonomía, el País Vasco con ETA era terrible, en las Canarias había un movimiento independentista apoyado por Argelia e incluso por Rusia. Entonces Suárez si que podría haber hablado de la herencia recibida. Se encuentra también con una situación económica desastrosa, una inflación del veintitantos por ciento cada año, y los sueldos no crecían a ese ritmo.
Pues Adolfo Suárez hizo los Pactos de la Moncloa y juntó a todo el mundo y abrió los brazos y trajo a él a los comunistas, a los republicanos, incluso a los falangistas y a San Pedro bendito. Así que los colores políticos esta vez no pueden ser ninguna excusa para el diálogo y para el acercamiento de posturas, que es lo que necesita España.